Qué ganamos con vivir enojados?
Hay personas que transitan en el enojo continuamente:
se levantan enojadas, continúan enojadas y siguen enojadas.
Tras del enojo, hay más que un “ser osco”
que no quiere comunicarse con el resto.
A través de un ceño fruncido estamos mirando el rostro de otras problemáticas.
Hay muchas cosas que pueden enojarnos.
Podemos ubicarnos en algunas situaciones como ejemplos
de un enojo, y cómo cambia nuestra mirada para encontrar
algunas pautas para ver qué hacemos con el enojo.
¿cómo salimos de esta situación?
Y, si es una situación continua de vida, más delicado todavía.
Es muy difícil vivir enojado, y es difícil también
vivir con personas enojadas.
El primer paso es
DARNOS CUENTA DE QUE ESTAMOS ENOJADOS.
Hay quienes dicen “yo soy así: tengo mal humor”.
Cuando nos autodefinimos de esta manera,
es como que nos cerramos puertas
para poder cambiar cualquier situación.
Detrás de un enojado hay una persona que está sufriendo,
que está pasando un mal momento,
y evidentemente es un resorte que salta y
que puede estallar en cualquier momento.
Este enojo puede transformarse en ira,
que a su vez puede desencadenar violencia.
Es hora de darnos cuenta de que si estamos enojados,
lo primero será percibirlo y ser sinceros con nosotros mismos,
y reconocer si es solo algo pasajero o es
que en realidad vivimos solo en este territorio del enojo.
La buena noticia es que PODEMOS SALIR.
La otra buena noticia es que tenemos un Padre que nos acompaña
y que detrás de eso que nos está pasando,
debemos profundizar para encontrarnos con las verdaderas
raíces de nuestro enojo.
Si estamos en este lugar, estamos sufriendo,
y por ende, lo que devolvemos al resto es sufrimiento.
Es un espejo. Vamos a buscar juntos esta punta del ovillo
que no nos está haciendo vivir bien.
Merecemos una vida mejor, más equilibrada,
una vida donde el enojo, que podemos tener en algún momento,
pueda volverse positivo. Hay enojos que son terriblemente negativos y destructivos
El enojo trae consecuencias.
A nivel físico:
Sufrimos un desgaste importante:
gastritis, contracturas, dolor constante.
¿Por qué? Porque cuando nos enojamos el organismo
produce mayor cantidad de sustancias químicas,
entre ellas la adrenalina
que altera el funcionamiento normal del cuerpo.
Esta sustancia se pone de manifiesto,
por ejemplo cuando estamos ante un peligro:
nos hace accionar cuando estamos ante el peligro
de perder la vida, y nos da fuerzas hasta para levantar un auto, cosa que nunca podríamos hacer en una situación normal.
Imaginemos todo el día con esa sustancia encima: enferma.
Nuestras relaciones se alteran y hasta pueden terminar.
Cuando estamos enojados podemos lastimar física o
emocionalmente a los demás, dando como resultado
resentimientos y deseos de venganza, y por supuesto,
el alejamiento.
Cuando no sabemos manejar adecuadamente nuestro enojo,
podemos desquitarnos con otras personas.
Caen justos por pecadores aumentando así nuestros problemas.
A nivel emocional:
Cuando estamos enojados hasta el alma nos duele.
Cuando sentimos que otras personas
nos hacen enojar o nos ponen tristes, tensos,
les estamos dando todo el control de la situación,
aumentando así nuestra sensación de incapacidad
y de coraje. Nuestra respuesta puede provocarnos
sentimientos de vergüenza, culpa, prolongando así nuestro malestar.
Podemos revisar nuestra lista de enojos, meditarlos,
agregarles el contenido espiritual de el Señor que todo lo puede,
y pedirle a El que nos ayude a identificar estos enojos cotidianos,
estos enojos con la vida, y desde la identificación, accionar.
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